Ernesto Laclau es un prestigioso intelectual argentino egresado de la carrera de Historia de la UBA, radicado desde hace 30 años en Londres, que llegó a Bs As para la Feria del Libro y se quedó para recorrer el país dando conferencias, entrevistas y recibiendo homenajes. Es muy interesante leer su postura respecto a los regímenes políticos de este siglo XXI a través de su libro “La razón populista”, especialmente cuando se refiere a América Latina, donde peyorativamente sus gobiernos populistas fueron definidos por algunos intelectuales como si fueran lo mismo que clientelares y tiránicos.
Tal vez su residencia en el exterior por tantos años, le permita tener una visión más amplia y despojada de prejuicios, al momento de definir al populismo como la expresión de los sectores de abajo que, cuanto más masivos, más democráticos, en contraposición a la teoría política tradicional del liberalismo positivista del siglo XIX que privilegiaba “el orden y la administración” (hoy sería “gestión”) para frenar el “caos” y desorden de las masas.
En América Latina- dice Laclau- como respuesta a los estados oligárquicos y dictaduras militares de tinte liberal, en las primeras décadas del siglo XX, empezaron a expresarse formas de gobiernos más nacionales dirigidos por caudillos populares abiertamente antiliberales y antimperialistas, que se han profundizado en lo que va del siglo XXI. Ejemplos: Correa en Ecuador (“un régimen estable que va a durar mucho tiempo”), Chávez en Venezuela (“el momento popular de ruptura en la sociedad venezolana va necesariamente a predominar”), Evo Morales en Bolivia (“incorporación de masas vírgenes que jamás habían participado del sistema político”), Perú y Colombia de orientación derechista, Chile y Uruguay, países que no rompieron del todo con el pasado. En cuanto a la Argentina a partir de los Kirchner lo define como“la ruptura radical con el pasado fue uno de sus primeros logros” y cita algunas de sus medidas (nuevo régimen jubilatorio, nacionalización de empresas aéreas, futura reforma de sistema de medios), pero también advierte que frente a la embestida opositora, el actual gobierno no consiguió todavía plasmar un proyecto de país más transversal, que incluya a otros sectores políticos, no partidarios y que desde la protesta social vienen peleando por profundizar reformas más progresistas de carácter nacional y popular.
La polémica histórica respecto al populismo giró en torno a si podía ser definido como un tipo de movimiento social y político- protagonizado por los sectores populares como actores sociales- o como un tipo de régimen estatal o ideología. Quien puede clarificar y definir plenamente este concepto es el ensayista recientemente desaparecido Nicolás Casullo, al decir “es la problemática de replantear una nueva narración sobre lo que es la historia patria, frente a narraciones que se impusieron sesgadamente; la disputa entre mitos, de lo que sería el liberalismo fundador de gran parte de la América Latina política y sus mitos populares; la problemática de ingresos de sectores sociales que no están contemplados en una institucionalidad cerrada, liberal, republicana y cómo se procesa… El populismo es una genuina creación de lo latinoamericano”
Concluyendo, para Laclau, “la verdadera amenaza a las democracias no viene del populismo sino del neoliberalismo”. Sería bueno que luego del 28 de junio, más allá de los resultados electorales, nuestros gobernantes en ejercicio tengan en sus despachos un cartel recordando esta reflexión para no seguir cometiendo errores.