En el festejo de otro Día del Niño, viene bien recordar no a aquellos niños que recibirán regalos con los que jugarán, harán paseos con su familia, comerán calentitos en su casa o en un restorán. Me refiero a los otros niños, aquéllos cuya infancia les fue robada casi desde que nacieron, porque el mito de la niñez feliz se choca muchas veces con la realidad negada. Son los niños y niñas que viven en situación de calle, con derechos vulnerados como consecuencia de familias golpeadas por la desocupación y marginalidad. O son aquellos niños y niñas que trabajan en las cosechas de tabaco, frutilla, papa y limón del Noroeste. Son también los niños y niñas cartoneros, vendedores de flores, malabaristas callejeros, los que mendigan al abrir puertas de taxis o explotados sexualmente por demanda de prostitución y pornografía infantil, expuestos al consumo de todo tipo de drogas. Esos niños no saben lo que es jugar y mucho menos que hay un día de privilegio.
Todos ellos carecen de los derechos básicos reconocidos en nuestra Constitución Nacional y en la ley nacional 26.061 sobre protección integral de la niñez que debe garantizar educación y vida saludable y segura. Por eso el trabajo infantil es una de las peores formas de explotación y abuso. Atenta contra el desarrollo físico, mental, espiritual y moral de éstos que por ser pobres quedan excluídos social y legalmente de toda protección. El único trabajo que debe realizar un niño es estudiar.
Por ellos, el CASACIDN (Comité de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño), el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de la CABA, la Asociación Civil “Pelota de Trapo” entre tantas organizaciones, vienen peleando hace años para cambiar esta realidad que nos pega todos los días y a veces no queremos ver.
Aprendamos a “desnaturalizar” el maltrato, la violencia y la discriminación que muchas veces nuestros niños y jóvenes en situación vulnerable, reciben de los adultos y tengamos una mirada más comprensiva y comprometida para defender, proteger y difundir los derechos de la infancia; y el 1ero de todos es procurar su desarrollo integral que les permita vivir en un mundo más justo e igualitario. Entonces sí, les podremos decir a todos “¡Feliz Día del Niño!”.
Todos ellos carecen de los derechos básicos reconocidos en nuestra Constitución Nacional y en la ley nacional 26.061 sobre protección integral de la niñez que debe garantizar educación y vida saludable y segura. Por eso el trabajo infantil es una de las peores formas de explotación y abuso. Atenta contra el desarrollo físico, mental, espiritual y moral de éstos que por ser pobres quedan excluídos social y legalmente de toda protección. El único trabajo que debe realizar un niño es estudiar.
Por ellos, el CASACIDN (Comité de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño), el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de la CABA, la Asociación Civil “Pelota de Trapo” entre tantas organizaciones, vienen peleando hace años para cambiar esta realidad que nos pega todos los días y a veces no queremos ver.
Aprendamos a “desnaturalizar” el maltrato, la violencia y la discriminación que muchas veces nuestros niños y jóvenes en situación vulnerable, reciben de los adultos y tengamos una mirada más comprensiva y comprometida para defender, proteger y difundir los derechos de la infancia; y el 1ero de todos es procurar su desarrollo integral que les permita vivir en un mundo más justo e igualitario. Entonces sí, les podremos decir a todos “¡Feliz Día del Niño!”.