"Comunicado Nº 1: Se comunica a la población que, a partir de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta de Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas. Se recomienda a todos los habitantes el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de la autoridad militar, de seguridad o policial, así como extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes individuales o de grupo que puedan exigir la intervención drástica del personal en operaciones.
Comunicado Nº 3: A partir de la fecha el personal afectado a la prestación de servicios públicos esenciales queda directamente subordinado a la autoridad militar.
Comunicado Nº 19: Se comunica a la población que la Junta de Comandantes Generales ha resuelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier medio difundiera, divulgare o propagara comunicados o imágenes provenientes o atribuidos a asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas o de terrorismo. Será reprimido con reclusión de hasta 10 años el que por cualquier medio difundiera, divulgare o propagara noticias, comunicados o imágenes con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar la actividad de las Fuerzas Armadas de seguridad o policiales".
Mucho se ha dicho sobre el 24 de marzo de 1976, día en que se produjo el último y más cruento golpe de estado de nuestra historia, en especial cuando se acerca la fecha y sobre todo porque desde hace unos años es feriado nacional. Pero que una dictadura militar termine con un gobierno constitucional e implante el más terrible terrorismo de estado nunca vivido en nuestro país, no es para olvidarlo. Un estado se convierte en terrorista cuando en forma deliberada y como decisión política, utiliza los medios de que dispone en forma clandestina y con la complicidad de todos los órganos oficiales, a cargo no sólo de fuerzas de seguridad sino también de civiles, para dejar a los habitantes en una absoluta situación de indefensión.
La persecución, el asesinato, la desaparición de personas acusadas de “subversivas” sin juicio previo, la censura de la palabra, la desarticulación de toda forma de agrupación, fueron algunos de los métodos que utilizó esta dictadura para instalar el terror. Sus consecuencias fueron el miedo social, la ausencia de 30.000 desaparecidos, la apropiación de sus hijos, 610 centros clandestinos, el dolor de los sobrevivientes y una sociedad que quedó desvastada en lo económico, destruido su tejido social y fragmentada en su sistema de educación, salud y vivienda.
También conocemos la carta que el periodista y escritor Rodolfo Walsh escribió a la Junta Militar, dos días antes de ser secuestrado y asesinado el 24/3 /1977 a raíz de su presentación. Sus palabras siempre tienen actualidad en el recuento de las consecuencias de esa planificación de la miseria: millones de pobres de los cuales más de la mitad fueron jóvenes y niños. El Estado, garante del bien común fue desmantelado y en su lugar, se convirtió en custodio de las ganancias de los grandes grupos económicos, que empezaron a contraer créditos, cuya deuda todavía estamos pagando todos. Pasaron más de 30 años de la vuelta a la democracia y ese Estado que hoy nos representa está intentando saldar algunas deudas sociales internas.
Porque desde hace unos años, vientos de cambio comenzaron a aflorar; venciendo al miedo y saliendo de nuestras casas, nuevas formas de protesta y movilización social empezaron a multiplicarse en las calles y las plazas, los desocupados fueron recuperando su trabajo y los trabajadores están mejorando sus condiciones en negociaciones paritarias con sus patrones, los jubilados son más y viven mejor, Tres millones y medio de chicos reciben Asignación Universal por Hijo y sobre todo y más que todo- gracias a la lucha de los organismos de DDHH-, la justicia llegó para terminar con años de impunidad, enjuiciando, castigando y encerrando a los centenares de represores involucrados en ese terrible genocidio argentino. Algo que ninguno de ellos fue capaz de hacer con sus víctimas cuando detentaban el poder usurpado. Medidas como la remoción de las cúpulas de las FFAA y fuerzas de seguridad, jueces de la Corte Suprema destituidos por juicio político, derogación de las leyes del punto final y obediencia debida dictadas durante un régimen democrático, los cuadros bajados en el Colegio Militar, las masivas marchas de la Resistencia, los casi 3000 alumnos que estudian en los liceos militares que empezarán a partir de este año a estudiar asignaturas como “Construcción de Ciudadanía” vinculadas al ejercicio de la democracia y de los DDHH. Pero especialmente la recuperación de la ex ESMA (símbolo nacional de la tortura), convertido en Espacio de la Memoria como acto de justicia para los miles de detenidos-desaparecidos que estuvieron allí durante la dictadura que, además de los recientes nietos recuperados, son muestras de que la valoración de la memoria y la verdad histórica desde estas acciones oficiales, nos reconcilian con la política al servicio de causas siempre vigentes. Las reparaciones, los juicios y sentencias, las cárceles son hechos de los que no se vuelve y un ejemplo para el resto del mundo.
Es esperanzador enterarse que un grupo de adolescentes y jóvenes de una escuela secundaria con orientación en Comunicación Social del barrio de Liniers en la ciudad de Bs As, por ejemplo, y con apoyo de sus docentes , hace años vienen realizando un taller de video documental sobre temas relacionados con los DDHH para que –como dice su página web- “Los grandes objetivos de esta propuesta es brindarles a los jóvenes la posibilidad de acceder y producir discursos responsables y participativos y trabajar sobre la memoria, la pertenencia y la historia reciente de nuestro país desde su propia mirada” Todos sus videos han recibido premios en Festivales nacionales e internacionales y uno de ellos “Gritá Democracia” fue proyectado el sábado 13 pasado en el ex Cine El Plata del barrio de Mataderos. (1)
Hay mucho para hacer y por qué seguir luchando y un medio como éste también debe ser un terreno fértil para difundir formas de seguir recuperando la historia reciente, resignificándola como seguramente lo están haciendo estos jóvenes, no sólo para conocerla y transmitirla, sino sobre todo para transformarla y que de una vez por todas, recuperando cuerpos, historias e hijos apropiados, se imponga la verdad y la justicia que como sociedad nos merecemos.
(1) Para mayor información, entrar a http://www.tallereduimagendoc.com.ar/
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