
El jueves 20 de mayo, una Plaza de Mayo repleta y ansiosa - la de todos- , recibió con emoción y fuertes aplausos a las columnas de pueblos originarios que venían marchando desde el 12 de mayo desde sus provincias de origen. No vinieron a festejar sino a reclamar por la plena posesión de sus tierras y protección de sus riquezas naturales, usurpadas y contaminadas por empresas inescrupulosas amparadas por leyes aun vigentes , por el derecho a hablar sus lenguas en las escuelas y por ser reconocidos como ciudadanos con derechos plenos y comunes a todos los argentinos.
Como la imagen es siempre más elocuente que cualquier palabra, la foto que acompaña este texto habla por sí misma. ¡Este es el verdadero Bicentenario, el de los pueblos hermanados!