
“La verdad es de este mundo: está producida aquí gracias a múltiples imposiciones. Tiene aquí efectos reglamentados de poder. Cada sociedad tiene su régimen de verdad, su política general de la verdad; es decir, los tipos de discursos que ella acoge y hace funcionar como verdaderos…” (Michel Foucault, filósofo e historiador francés)
Cada uno de nosotros tenemos en nuestra mente una representación de la “realidad” que creemos que es la verdadera. Hasta Copérnico, por ejemplo, y durante miles años, se pensaba que la tierra era el centro del sistema planetario, teoría abonada porque era lo que se creía ver. Desde el área de las ciencias sociales (filosofía, sociología, historia, antropología), existen en este terreno 2 grandes campos teóricos o paradigmas: la “teoría del orden” y la teoría crítica”.
La 1era ignora el conflicto, especialmente social, porque lo remite a “confrontación, disenso, discordia”, es decir, desconoce la problemática del poder referido a las relaciones entre las clases sociales. Lo “normal” es el orden, mientras que el conflicto expresa una patología. Es un enfoque conservador. El otro paradigma, el “crítico” considera que en toda sociedad donde hay diferencias entre grupos sociales que mantienen entre sí relaciones de dominación-subordinación (clases sociales, géneros, etnias, religiones), lo “normal” es que exista el conflicto y lo considera un factor fundamental de la vida social, ya que él impulsa el cambio y el progreso social, imponiendo un nuevo orden. Se habla de “integración, hegemonía, ideología, manipulación, subordinación”. Es un enfoque de tradición marxista.
Por lo tanto, desde el conocimiento científico “el punto de vista crea el objeto” de conocimiento (Saussure, padre de la lingüística moderna). Traducido: cualquier visión de la realidad proviene de una construcción intelectual o punto de vista de quien la emite aun correspondiendo a un mismo fenómeno humano sea político, social, cultural o económico, para nada lineal o mecánico; no es así con respecto a la existencia de objetos o cosas como mesas, autos, perros, árboles, etc que se crean o inventan. Es decir, no sucede lo mismo para reconocer la existencia de “lucha de clases” o hegemonía de una sobre otra. Estas realidades son “simbólicas”, no están a la vista concreta de todos.
A partir del momento en que aparecen desde el campo social los conceptos de conflicto y cambio, se comienza a interrogar a la realidad que hasta ese momento se veía de una sola manera. De ahí que no exista la “objetividad” como afirmación de una sola verdad, sino que cualquier punto de vista humano es necesariamente subjetivo porque parte de la visión de un sujeto cargado de emociones, tensiones, prejuicios e ideas y subordinado a la cultura a la que pertenece. Quien sostenga la objetividad histórica lo hace para disponer del poder, en especial de los medios de comunicación y del sistema educativo, que le permiten imponer a la sociedad su particular visión de la realidad. La conducta de hombres y mujeres en la familia, en el trabajo, en la escuela, se orienta por sus representaciones sociales y a partir de ellas, se favorecerá el statu quo o el cambio.
Si Foucault, sostenía que “el poder crea verdad”, estaríamos entonces en condiciones de entender a qué se refieren algunos grandes medios de comunicación -formadores de opinión- o sectores políticos de la oposición argentina cuando hablan de “crispación” respecto al oficialismo (figurativ.”enojarse” o “ponerse nervioso”). Porque según el “régimen de verdad” que prevalezca en la sociedad y en el gobierno que lo esté representando, se habrán de crear o no las condiciones que les garanticen su particular visión de la vida y la moral- no individual, sino de clase-, excluyendo a cualquier otro discurso que pretenda disputar la correcta definición de la realidad. La nueva ley de medios audiovisuales es uno de los tantos ejemplos recientes de ello. Es hora de que empecemos a darnos cuenta quiénes instalan el discurso falaz que muchos repiten sin analizar y a qué intereses responden, para desmontarlo e instalar uno nuevo y superador.
FUENTES: Entrevista a José Tamarit, profesor en Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Luján.
Michel Foucault: “Las palabras y las cosas”, “El orden del discurso”, “Microfísica del poder”.