Faltan 70 anestesistas para cubrir los 33 hospitales porteños. La Aaarba, asociación que los nuclea, es denunciada por varias instituciones públicas. Se la acusa de ser monopólica y lucrar con la escasez. La Defensoría reclama la intervención estatal. Mientras, oficialismo y oposición se pasan facturas.
Por Romina Sánchez(NU)
Diga 33. O sufra 33. Un nuevo capítulo se suma al melodrama por entregas de la crisis sanitaria en Buenos Aires, en cuyas líneas la divisoria entre buenos y malos parece diluirse. La falta crónica de anestesistas era un secreto a voces hasta que a través del fallo de la Cámara del Crimen, el 3 de mayo se decidió procesar por homicidio culposo al ahora ex director del Hospital General de Agudos “Santojanni”, Alberto Motta, a su jefe del servicio de urgencias, Héctor Di Salvo, y a Marta Baldrich, responsable del área de anestesiología. ¿La causa? La muerte por asfixia intrauterina de un bebé a punto de nacer, ocurrida el 10 de febrero de 2008, dos días después de que su madre se internara en la institución por haber padecido la rotura de bolsa, con siete meses de embarazo a cuestas. Aquel día, cuando empezaba a aclarar, la criatura ya no quiso esperar. Por eso se diagnosticó la necesidad de practicarle una cesárea a la madre. Urgente. En la sala de partos no había anestesistas, así que se decidió una vez más atar con alambre una situación que ya no resiste ni hilos de acero. Lamentablemente, el especialista del hospital Tornú llegó una hora después del deceso, a bordo de una ambulancia del SAME. Y el 26 de mayo de 2010, en Parque Patricios, pasó lo mismo. En esa jornada, los médicos Claudio Odorico, Néstor Rodríguez Benegas y Eduardo Grinberg, del servicio de guardia del Hospital General de Agudos “Penna”, elevaron una nota a su superior: “Hoy sufrimos un desgraciado acontecimiento evitable: una emergencia que culminó con el deceso del feto recién nacido, como consecuencia de asistir un parto prematuro en pelviana sin contar con anestesista de guardia. El buen obrar hubiera sido realizar una cesárea de urgencia, lo que hubiera evitado el óbito”. Sin anestesia. Nunca más oportuno el lugar común. Y literal. Encima, ahora también se denunció el traslado de anestesistas de hospitales del conurbano a la Ciudad, a modo de parche.
Concuerdan el propio ministro de Salud, Jorge Lemus, y el resto de los actores implicados en la problemática, como la Asociación de Médicos Municipales, consultada por Noticias Urbanas: faltan alrededor de unos 70 profesionales para cubrir las tareas de planta y guardia de los 33 hospitales porteños, cifra que elevaría a 300 el total de médicos anestesistas, cantidad óptima que tiraría al olvido las postergaciones por meses, ¡años! de las cirugías programadas. Y que haría que Dios no nos tenga que ayudar más con las emergencias. Así, en un desafortunado peloteo, desde la cartera de Salud, su jefe de Gabinete, Néstor Pérez Baliño, viene aduciendo que a la escasez de este tipo de especialistas se suman las demoras estructurales en las tramitaciones administrativas para los nombramientos y la frecuente vacancia de los concursos: el sector privado, en todos los sentidos, les conviene más a estos profesionales estratégicos de la salud. En criollo: no habrá solución en un abrir y cerrar de ojos. “En los últimos dos años nombramos 169 anestesiólogos”, recordó, sin embargo, a NU.
Por su parte, la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires (Aaarba), sigla que suena a agencia de recaudación, se defiende hace tiempo con el argumento de la demora estatal en las designaciones. Pide más burocracia, pero weberiana, de la buena. Ahora bien, a partir de ahí, la problemática se transforma en un laberinto a lo David Bowie. Lo cierto es que Aaarba, mediante un convenio con la UBA, tiene a su cargo la formación y habilitación de los anestesistas. Pero no sólo eso. A razón de diez cupos por año para la capacitación de posgrado, esta entidad evita la sobreoferta del servicio, mientras la demanda explota. Un mercado de competencia imperfecta en el que los honorarios, conforme a lo que indican fuentes del sector, pueden ascender a 80 mil pesos por mes. “¿Cómo hacés para trabajar por fuera de la Aaarba?”, se pregunta casi retóricamente un anestesista que actualmente se desempeña en el Gran Buenos Aires, al que le fue muy difícil correrse de “la presión de la asociación”.
En tal sentido, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad sostuvo recientemente en un informe que da a conocer las conclusiones de una investigación sobre 17 nosocomios porteños que “la Asociación de Anestesia de Buenos Aires efectúa un manejo monopólico de la oferta de los profesionales asociados”, permitiendo a sus miembros, a su vez, “seleccionar las cirugías programadas, posponiendo las que duran mucho” o ausentarse habitualmente “sin razones, provocando la suspensión reiterada de cirugías”. De ese modo, la entidad apuntaría a que los profesionales cobren por prestación y por intermedio de la Aaarba, “como ya lo lograron en el Garrahan, después de dejarlo 50 días sin anestesistas”, de acuerdo a los que refiere un representante de la Defensoría. Para esta institución, “la regulación del número de anestesiólogos queda en manos de una asociación corporativa, impidiendo a las autoridades la planificación de la actividad quirúrgica”, en tanto que la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia aseguró en su último informe que la Aaarba incurre en un “abuso de la posición dominante”. Pero el Gobierno porteño también tiene responsabilidad en la situación. “Es apremiante que tome cartas en el asunto”, indican en Venezuela al 800. Al preguntársele sobre este aspecto, el presidente de la comisión de Salud de la Legislatura, Jorge Selser (Proyecto Sur), afirmó que la prioridad es impulsar los nombramientos, sin descartar que en un futuro cercano, de ser necesario, “se investigue a fondo” la exclusividad de Aaarba.
Por otro lado, claro, están los médicos. En el mismo fallo de Cámara que confirmó el procesamiento de Motta, Di Salvo y Baldrich, la Justicia porteña exigió a las autoridades hospitalarias y a los responsables de las guardias presentar la renuncia en caso de no estar en condiciones asistenciales para cumplir con su trabajo de salvar vidas. Con anestesistas o sin ellos, lo que los vuelve rehenes de una situación de la que no son culpables. Entonces, lo que ayer era un cuchicheo, hoy empieza a ser grito. Y a darse visibilidad. Por eso, el viernes pararon dos horas y no descartan, más bien lo contrario, realizar nuevas medidas de fuerza en resguardo de sus derechos laborales si es que no se incorporan en lo inmediato más anestesistas, amén de las numerosas denuncias presentadas por colegas de guardia en distintos juzgados de Buenos Aires ante la ausencia de anestesiólogos. Falta en el área chica es penal. Es inapelable.
El presidente de la Asociación de Médicos Municipales, Jorge Gilardi, afirmó a Noticias Urbanas que, más allá de que la falta de profesionales de la especialidad es un problema nacional, “es imperioso que la Ciudad genere políticas de largo plazo, por encima del gobierno de turno, y no meros paliativos como se hizo hasta ahora”. Además, en hermandad con Aaarba, insistió en reclamar al Ejecutivo “el pago de suplencias de guardia a los anestesiólogos y que se les concedan nombramientos de 15 horas semanales en vez de 30”, en pos de mejores condiciones de trabajo en el sistema público, que frenen la fuga.
Y en el medio de un tironeo típico de papás separados, los pobres. Al cierre de esta edición, el ministro Lemus enfrentaba un nuevo embate opositor, alimentado con la escandalosa suba del índice de mortalidad infantil en la Ciudad, con pedido de renuncia incluido. Sin considerar, desde ya, otro de los dramas sanitarios de largo aliento porteño: el nombramiento de personal de enfermería. Sin embargo, por no decir resignación, hay cierto optimismo en el ambiente. En la reunión del martes de la comisión de Salud de la Legislatura se llegó a un acuerdo de corto plazo entre el ministerio, la Asociación de Médicos Municipales y la Aaarba: agilizar el proceso de designaciones en gestión y definir el número de profesionales a concursar. Carlos Carabajal, presidente de la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires, explicó que “existen tardanzas para la incorporación de los trabajadores porque no hay la celeridad necesaria para los nombramientos y designaciones”. Y agregó que “es vox populi que faltan anestesistas, pero la escasez se da también en otras especialidades”, en compañía de Claudia Tartaglia (tesorera), Emilio Capmourteres (secretario de Recursos Humanos), Susana Pariani (jefa de Anestesiología del hospital Álvarez) y Mario Harburguer (anestesiólogo del hospital Piñero).
“Es una actividad altamente especializada que tiene picos de baja en la salud pública cada dos o tres años porque muchos trabajadores dejan vacantes sus puestos”, admite la ex titular de la comisión de Salud, la legisladora Lidia Saya (PRO), hoy vocal. De allí, al igual que Lemus, su pedido para que la Legislatura trate la ley de emergencia para anestesistas presentada el año pasado por el oficialismo, “para reconocer la existencia del problema y para dar un marco de legalidad a ciertas situaciones que provoca la misma emergencia”, como la situación de las ambulancias-remises del SAME que trasladan anestesistas de hospital en hospital, para cubrir eventuales ausencias. En el tira y afloje de Perú 130, Selser dice que la Ciudad no precisa una nueva normativa en ese sentido (la última data de 2007) porque los traslados se hacen de hecho y “las herramientas legales para solucionar el problema de que haya trabajadores que no cobraron durante 10 meses consecutivos o que se genere una demora de entre 11 y 15 meses en las designaciones de 30 pasos administrativos, mientras se pierde personal, ya existen”. Asimismo, por impulso del bloque Movimiento Proyecto Sur, se presentó un proyecto de declaración para que el Ejecutivo acelere el trámite, bajo la firma del Bloque Peronista, Diálogo por Buenos Aires, Encuentro Popular para la Victoria, UCR, Nuevo Encuentro, Encuentro Progresista, Igualdad Social, MST Nueva Izquierda, Coalición Cívica y el Partido Socialista. “En lugar de acusar a la Legislatura y responsabilizar a la comisión de Salud por la crisis en el área anestesiológica, el ministro Lemus debería ponerse a trabajar”, expresó Selser.
No obstante, el abanico admite una varilla más. Noticias Urbanas se comunicó con Jorge Yabkowsky, presidente de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la Argentina (Fesprosa) a raíz de la denuncia que dicha institución hizo este martes, junto a la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires (Cicop), dirigida por Hugo Amor, por el traslado de cuatro anestesistas del hospital Fiorito de Avellaneda a Buenos Aires, efectuado por la Federación Argentina de Asociaciones de Anestesia, Analgesia y Reanimación (Faaaar) a principios de semana. “La crisis de anestesia es gravísima y abarca todo el territorio nacional, siendo peor en el interior”, señaló Yabkowski. “Urge que el ministro de Salud de la Nación, Juan Manzur, intervenga para terminar con el control monopólico de la formación y la prestación de servicios de anestesia, luego de 25 años en los que el Estado se desentendió del asunto. Necesitamos una fuerte voluntad política que enfrente a una corporación que vive del chantaje y actúa de forma mafiosa contra quien pretenda obrar por fuera de su sistema, y que termine también con los contratos tercerizados y brinde formación masiva”. Y Amor expuso sobre el pasaje de ida conurbano-Ciudad: “De extenderse este hecho a otros hospitales, empeorará la grave crisis que afecta a la provincia, en la que actualmente faltan unos 200 anestesistas, donde frecuentemente quedan descubiertas tanto guardias de fin de semana, como sucede en el Hospital Interzonal de Agudos ‘Güemes’, de Haedo, los sábados, así como también los módulos de planta. Algunos ejemplos son el hospital de Solano, en donde se reprograman las intervenciones, y el materno-infantil de Escobar, con un viejo problema en la realización de cesáreas”. El Estado, en consecuencia, no sólo delegó la formación profesional sino a su vez los cupos en la Federación de Asociaciones de Anestesia. “Teniendo como norte las leyes de mercado, la Faaaar ha regulado a la baja el número de anestesistas para obtener mejores precios a cambio de sus servicios y esto ha conducido a la situación actual en la que prima la escasez de anestesistas y se pone en peligro la vida de miles de ciudadanos en todo el territorio nacional”, advirtió el titular de la Cicop, destapando una situación que, al igual que la escasez histórica y federal de anestesistas, con epicentro mediático en la urbe porteña, también retumbó por el fallo del Santojanni. Así las cosas, como dos enamorados que hacen daño, Ciudad y Nación esta vez van de la mano. Porque las muertes por falta de anestesistas pueden continuar. Si todo sigue igual, van a continuar.