“Con el hambre, la miseria y el infortunio social, los microbios como causa de enfermedad, son unas pobres causas” (RAMON CARRILLO)
Finalmente en noviembre del pasado año fue aprobada por el Senado de la Naciòn casi por unanimidad la Ley Nacional de Salud Mental y promulgada a los pocos dìas por la presidenta de la Naciòn. Debatida a lo largo de tres años, el proyecto tomó lo mejor de algunas leyes provinciales pioneras y de otras en debate. Contó con “apoyos y aportes” del CELS, la OPS, la OMS, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, el Consejo Federal Legislativo de Salud, el Foro de Desmanicomialización, el INADI, referentes académicos y de asociaciones de familiares. Con la sanciòn de sus 46 artìculos, se intentarà desmontar la alianza hegemònica entre algunos sectores del Estado, los grandes laboratorios, las instituciones de medicina privada beneficiadas durante la dècada del 90, las obras sociales controladas por los sindicatos y organizaciones mèdicas a las que lo ùnico que les interesa es recetar psicofármacos atacando sòlo el sìntoma y no el conflicto que lo genera.
Estos serìan los parámetros principales de la nueva ley:
- En relaciòn a los derechos humanos, establece la defensa de los derechos de los pacientes modificando el Código Civil, al contemplar sus componentes històricos, socioeconòmicos, culturales, biològicos y psicològicos como causales de la enfermedad , reemplazando el criterio de internación que obedecía a la noción de peligrosidad para sí o para terceros por la “constatación de riesgos cierto o inminente. Las internaciones involuntarias quedan restringidas y sujetos a control por un Órgano de Revisión en el que participarán organismos de derechos humanos”.
- Plantea el trabajo de un equipo interdisciplinario “integrado por profesionales, técnicos y otros trabajadores capacitados con la debida acreditación de la autoridad competente. Se incluyen las áreas de psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería, terapia ocupacional y otras disciplinas o campos pertinentes…” Tambièn la ley cuestiona que el eje del tratamiento sea la medicaciòn y democratiza las funciones profesionales, al tener el psiquiatra que competir con otros profesionales en los concursos de jefes de servicios de Salud Mental.
- Se promueve una internaciòn lo màs breve posible , “en función de criterios terapéuticos interdisciplinarios. Tanto la evolución del paciente como cada una de las intervenciones del equipo interdisciplinario deben registrarse a diario en la historia clínica"
- Importante es el planteo sobre las estructuras manicomiales vigentes desde fines del siglo XIX, al determinar “…Queda prohibida por la presente ley la creación de nuevos manicomios, neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalentes, públicos o privados. En el caso de los ya existentes se deben adaptar a los objetivos y principios expuestos, hasta su sustitución definitiva por los dispositivos alternativos...”
- Para facilitar las externaciones, la normativa requiere “promover servicios de inclusión social y laboral para personas después del alta institucional; atención domiciliaria supervisada y apoyo a grupos familiares y comunitarios; casas de convivencia, hospitales de día, cooperativas de trabajo, centros de capacitación y familias sustitutas”.
Para que la salud mental deje de ser sòlo un conjunto de enunciados –como la ley 448 de la CABA-, el Estado Nacional tiene esta nueva herramienta que, con un presupuesto adecuado asegure una cobertura de orden pùblico y de carácter universal y con sueldos profesionales acordes a su pràctica , ademàs de promover el ansiado proceso de desmanicomializaciòn en nuestro paìs. Tal como afirma ENRIQUE CARPINTERO: “Los locos si son pobres se los ignora. Hoy la Salud Mental es para los que tienen plata. Los pobres no pueden obtener del Estado aquellos servicios a los cuales tienen derechos. Su salud depende de profesionales que tratan, parcialmente, de dar cuenta de su padecimiento psíquico en instituciones públicas cuyo abandono refleja esta situación “
Como final, vale recordar lo que se afirmaba en una nota de hace un año en este mismo espacio (“Un nuevo paradigma en Salud Mental”), al plantear el deseo de “abrir nuevos senderos que permitan vivir en un mundo más sano sin enfermos crónicos, desocupados o hambrientos y para generar futuras generaciones libres de las palabras estigmatizantes como “demente”, “alienado”, “insano” a cambio de sujetos productivos y creativos para sí mismos y los demás”.
Notas:
1) En la foto, miembros de la radio La Colifata en la Casa Rosada.
2) Se recomienda lectura del artìculo “Argentina del Bicentenario: el poder en el campo de la Salud Mental” de ENRIQUE CARPINTERO en www.topia.com.ar